IX
Matreriando lo pasaba Y a las casas no venía; Solía arrimarme de día, Mas lo mesmo que el carancho Siempre estaba sobre el rancho Espiando a la polecía. Viva el gaucho que ande mal Como zorro perseguido, Hasta que al menor descuido Se lo atarasquen los perros, Pues nunca le falta un yerro Al hombre más alvertido. Y en esa hora de la tarde En que tuito se adormece, Que el mundo dentrar parece A vivir en pura calma, Con las tristezas de su alma Al pajonal enderiese. Bala el tierno corderito Al lao de la blanca oveja, Y a la vaca que se aleja Llama el ternero amarrao; Pero el gaucho desgraciao No tiene a quien dar su queja. Ansí es que al venir la noche Iba a buscar mi guarida, Pues ande el tigre se anida También el hombre lo pasa, Y no quería que en las casas, Me rodiara la partida. Pues aun cuando vengan ellos Cumpliendo con sus deberes, Yo tengo otros pareceres, Y en esa conduta vivo: Que no debe un gaucho altivo Peliar entre las mujeres. Y al campo me iba solito, Más matrero que el venao, Como perro abandonao, A buscar una tapera, O en alguna viscachera Pasar la noche tirao. Sin punto ni rumbo fijo En aquella inmensidá, Entre tanta escuridá Anda el gaucho como duende; Allí jamás lo sorpriende Dormido la autoridá. Su esperanza es el coraje, Su guardia es la precaución, Su pingo es la salvación, Y pasa uno en su desvelo Sin más amparo que el cielo Ni otro amigo que el facón.
Ansí me hallaba una noche
Contemplando las estrellas, Que le parecen más bellas Cuanto uno es más desgraciao Y que Dios las haiga criao Para consolarse en ellas. Les tiene el hombre cariño Y siempre con alegría Ve salir las Tres Marías, Que, si llueve, cuanto escampa Las estrellas son la guía Que el gaucho tiene en la pampa. Aquí no valen Dotores: Sólo vale la esperencia; Aquí verían su inocencia Esos que todo lo saben, Porque esto tiene otra llave Y el gaucho tiene su cencia. Es triste en medio del campo Pasarse noches enteras Contemplando en sus carreras Las estrellas que Dios cría, Sin tener más compañía Que su soledá y las fieras. Me encontraba como digo, En aquella soledá, Entre tanta escuridá, Echando al viento mis quejas Cuando el grito del chajá Me hizo parar las orejas. Como lumbriz me pegué Al suelo para escuchar; Pronto sentí retumbar Las pisadas de los fletes, Y que eran muchos jinetes Conocí sin vacilar. Cuando el hombre está en peligro No debe tener confianza; Ansí tendido de panza, Puse toda mi atención Y ya escuché sin tardanza Como el ruido de un latón. Se venían tan calladitos Que yo me puse en cuidao; Tal vez me hubieran bombiao Y me venían a buscar; Mas no quise disparar, Que eso es de gaucho morao. Al punto me santigüe Y eché de giñebra un taco, Lo mesmito que el mataco Me arrollé con el porrón: "Si han de darme pa tabaco, Dije, "esta es güena ocasión". Me refalé las espuelas, Para no peliar con grillos, Me arremangué el calzoncillo Y me ajusté bien la faja Y en una mata de paja Probé el filo del cuchillo. Para tenerlo a la mano El flete en el pasto até, La cincha le acomodé, Y en un trance como aquel, Haciendo espaldas en él Quietito los aguardé. Cuando cerca los sentí, Y que ahi no más se pararon, Los pelos se me erizaron, Y aunque nada vían mis ojos, "No se han de morir de antojo" Les dije cuanto llegaron. Yo quise hacerles saber Que allí se hallaba un varón; Les conocí la intención Y solamente por eso Fué que les gané el tirón, Sin aguardar voz de preso. "Vos sos un gaucho matrero", Dijo uno, haciéndose el güeno. "Vos matastes un moreno Y otro en una pulpería, Y aquí está la polecía Que viene a justar tus cuentas; Te va a alzar por las cuarenta Si te resistís hoy día". "No me vengan", contesté, "Con relación de dijuntos: Esos son otros asuntos; Vean si me pueden llevar, Que yo no me he de entregar Aunque vengan todos juntos". Pero no aguardaron más Y se apiaron en montón; Como a perro cimarron Me rodiaron entre tantos; Yo me encomendé a los santos Y eché mano a mi facón. Y ya vide el fogonazo De un tiro de garabina, Mas quiso la suerte indina De aquel maula que me errase Y ay no más lo levantase Lo mesmo que una sardina. A otro que estaba apurao Acomodando una bola Le hice una dentrada sola Y le hice sentir el fierro, Y ya salió como el perro Cuando le pisan la cola. Era tanta la aflición Y la angurria que tenían, Que tuitos se me venían Donde yo los esperaba: Uno al otro se estorbaba Y con las ganas no vían. Dos de ellos que traiban sables, Más garifos y resueltos, En las hilachas envueltos Enfrente se me pararon, Y a un tiempo me atropellaron Lo mesmo que perros sueltos. Me fui reculando en falso Y el poncho adelante eché Y cuando le puso el pié Uno medio chapetón, De pronto le di el tirón Y de espaldas lo largué. Al verse sin compañero El otro se sofrenó; Entonces le dentré yo, Sin dejarlo resollar, Pero ya empezó a aflojar Y a la pun...ta disparó. Uno que en una tacuara Había atao una tijera, Se vino como si fuera Palenque de atar terneros, Pero en dos tiros certeros Salió aullando campo ajuera. Por suerte en aquel momento Venía coloriando el alba Y yo dije "si me salva La Virgen en este apuro, En adelante le juro Ser más güeno que una malva". Pegué un brinco y entre todos Sin miedo me entreveré; Hecho ovillo me quedé Y ya me cargó una yunta, Y por el suelo la punta De mi facón les jugué. El más engolosinao Se me apió con un hachazo; Se lo quité con el brazo, De no, me mata los piojos; Y antes de que diera un paso Le eché tierra entre los ojos. Y mientras se sacudía Refregándose la vista, Yo me le fui como lista Y ay no más me le afirmé Diciéndole: "Dios te asista" Y de un revés lo voltié. Pero en ese punto mesmo Sentí que por las costillas Un sable me hacía cosquillas Y la sangre se me heló. Dende ese momento yo Me salí de mis casillas. Dí para atrás unos pasos Hasta que pude hacer pié, Por delante me lo eché De punta y tajos a un criollo; Metió la pata en un hoyo Y yo al hoyo lo mandé. Tal vez en el corazón Lo tocó un Santo Bendito A un gaucho, que pegó el grito Y dijo: "¡Cruz no consiente Que se cometa el delito De matar ansi un valiente!". Y ahi no mas se me aparió, Dentrándole a la partida; Yo les hice otra embestida Pues entre dos era robo, Y el Cruz era como lobo Que defiende su guarida. Uno despachó al infierno De dos que lo atropellaron, Los demás remoliniaron, Pues íbamos a la fija, Y a poco andar dispararon Lo mesmo que sabandija. Ahi quedaban largo a largo Los que estiraron la jeta, Otro iba como maleta, Y Cruz de atrás les decía: "Que venga otra polecía A llevarlos en carreta". Yo junté las osamentas, Me hinqué y les recé un bendito; Hice una cruz de un palito, Y pedí a mi Dios clemente Me perdonara el delito De haber muerto tanta gente. Dejamos amontonaos A los pobres que murieron; No sé si los recogieron, Porque nos fimos a un rancho, O si tal vez los caranchos Ahi no más se los comieron. Lo agarramos mano a mano Entre los dos al porrón; En semejante ocasión Un trago a cualquiera encanta, Y Cruz no era remolón Ni pijotiaba garganta. Calentamos los gargueros Y nos largamos muy tiesos, Siguiendo siempre los besos Al pichel, y por más señas, Ibamos como cigüeñas Estirando los pescuezos. "Yo me voy", le dije, "amigo, Donde la suerte me lleve, Y si es que alguno se atreve A ponerse en mi camino, Yo seguiré mi destino, Que el hombre hace lo que debe". "Soy un gaucho desgraciado, No tengo donde ampararme, Ni un palo donde rascarme, Ni un árbol que me cubije; Pero ni aun esto me aflige, Porque yo sé manejarme". "Antes de cair al servicio, Tenía familia y hacienda, Cuando volví, ni la prenda Me la habían dejado ya: Dios sabe en lo que vendrá A parar esta contienda". |
X
CRUZ
Amigazo, pa sufrir Han nacido los varones; Estas son las ocasiones De mostrarse un hombre juerte, Hasta que venga la muerte Y lo agarre a coscorrones. El andar tan despilchao Ningún mérito me quita. Sin ser una alma bendita Me duelo del mal ageno: Soy un pastel con relleno Que parece torta frita. Tampoco me faltan males Y desgracias, le prevengo; También mis desdichas tengo, Aunque esto poco me aflige: Yo sé hacerme el chancho rengo Cuando la cosa lo esige. Y con algunos ardiles Voy viviendo, aunque rotoso; A veces me hago el sarnoso Y no tengo ni un granito, Pero al chifle voy ganoso Como panzón al maíz frito. A mí no me matan penas Mientras tenga el cuero sano, Venga el sol en el verano Y la escarcha en el invierno. Si este mundo es un infierno ¿Por qué afligirse el cristiano? Hagámosle cara fiera A los males, compañero, Porque el zorro más matrero Suele cair como un chorlito: Viene por un corderito Y en la estaca deja el cuero. Hoy tenemos que sufrir Males que no tienen nombre, Pero esto a mide lo asombre Porque ansina es el pastel, Y tiene que dar el hombre Más vueltas que un carretel. Yo nunca me he de entregar A los brazos de la muerte; Arrastro mi triste suerte Paso a paso y como pueda, Que donde el débil se queda Se suele escapar el juerte. Y ricuerde cada cual Lo que cada cual sufrió, Que lo que es, amigo, yo, Hago ansí la cuenta mía: Ya lo pasado pasó, Mañana será otro día. Yo también tuve una pilcha Que me enilenó el corazón, Y si en aquella ocasión Alguien me hubiera buscao, Siguro que me habría hallao Más prendido que un botón. En la güella del querer No hay animal que se pierda; Las mujeres no son lerdas Y todo gaucho es dotor Si pa cantarle al amor Tiene que templar las cuerdas. ¡Quién es de una alma tan dura Que no quiera a una mujer! Lo alivia en su padecer: Si no sale calavera Es la mejor compañera Que el hombre puede tener. Si es güena, no lo abandona Cuando lo vé desgraciao, Lo asiste con su cuidao Y con afán cariñoso, Y usté tal vez ni un rebozo Ni una pollera le ha dao. Grandemente lo pasaba Con aquella prenda mía Viviendo con alegría Como la mosca en la miel. ¡Amigo, qué tiempo aquel! ¡La pucha que la quería! Era la águila que a un árbol Dende las nubes bajó, Era más linda que el alba Cuando vá rayando el sol, Era la flor deliciosa Que entre el trebolar creció. Pero, amigo, el Comendante Que mandaba la milicia, Como que no desperdicia Se fué refalando a casa: Yo le conocí en la traza Que el hombre traiba malicia. Él me daba voz de amigo, Pero no le tenía fé. Era el jefe y, ya se vé, No podía competir yo; En mi rancho se pegó Lo mesmo que saguaipé. A poco andar conocí Que ya me había desbancao, Y él siempre muy entonao Aunque sin darme ni un cobre, Me tenía de lao a lao Como encomienda de pobre. A cada rato, de chasque Me hacía dir a gran distancia; Ya me mandaba a una estancia, Ya al pueblo, ya a la frontera; Pero él en la comendancia No ponía los pies siquiera. Es triste a no poder más El hombre en su padecer, Si no tiene una mujer Que lo ampare y lo consuele; Mas pa que otro se la pele Lo mejor es no tener. No me gusta que otro gallo Le cacaree a mi gallina. Yo andaba ya con la espina, Hasta que en una ocasión Lo pillé junto al jogón Abrazándome a la china. Tenía el viejito una cara De ternero mal lamido, Y al verlo tan atrevido Le dije "Que le aproveche; Que había sido pa el amor Como guacho pa la leche". Peló la espada y se vino Como a quererme ensartar, Pero yo sin titubiar Le volví al punto a decir: "Cuidao no te vas a pér...tigo, Poné cuarta pa salir". Un puntazo me largó Pero el cuerpo le saqué Y en cuanto se lo quité, Para no matar un viejo, Con cuidao, medio de lejo, Un planazo le asenté. Y como nunca al que manda Le falta algún adulón, Uno que en esa ocasión Se encontraba allí presente Vino apretando los dientes Como perrito mamón. Me hizo un tiro de revuelver Que el hombre creyó siguro, Era confiao y le juro Que cerquita se arrimaba Pero siempre en un apuro Se desentumen mis tabas. Él me siguió menudiando Mas sin poderme acertar, Y yo déle culebriar, Hasta que al fin le dentré Y ahi no más lo despaché Sin dejarlo resollar. Dentré a campiar en seguida Al viejito enamorao. El pobre se había ganao En un noque de lejía. ¡Quién sabe cómo estaría Del susto que había llevao! ¡Es sonso el cristiano macho Cuando el amor lo domina! Él la miraba a la indina, Y una cosa tan jedionda Sentí yo, que ni en la fonda He visto tal jedentina. Y le dije "Pa su agüela Han de ser esas perdices". Yo me tapé las narices, Y me salí estornudando, Y el viejo quedolfatiando Como chico con lumbrices. Cuando la mula recula, Señal que quiere cosiar; Ansí se suele portar Aunque ella lo disimula: Recula como la mula La mujer, para olvidar. Alcé mi poncho y mis prendas Y me largué a padecer Por culpa de una mujer Que quiso engañar a dos. Al rancho le dije adiós, Para nunca más volver. Las mujeres dende entonces Conocí a todas en una; Ya no he de probar fortuna Con carta tan conocida: Mujer y perra parida, No se me acerca ninguna. |
José Hernández
| |
EL GAUCHO MARTÍN FIERRO
(primera parte) | |
XI
A otros les brontan las coplas
Como agua de manantial; Pues a mí me pasa igual, Aunque las mías nada valen: De la boca se me salen Como ovejas del corral. Que en puertiando la primera, Ya la siguen las demás, Y en montones las de atrás Contra lospalos se estrellan, Y saltan y se atropellan, Sin que se corten jamás. Y aunque yo por mi inorancia Con gran trabajo me esplico, Cuando llego a abrir el pico Téngaló por cosa cierta: Sale un verso y en la puerta Ya se asoma el otro el hocico. Y empréstemé su atención, Me oirá relatar las penas De que traigo la alma llena, Porque en toda circustacia Paga el gaucho su inorancia Con la sangre de las venas. Después de aquella desgracia Me refugié en los pajales Anduve entre los cardales, Como vicho sin guarida; Pero, amigo, es esa vida Como vida de animales. Y son tantas las miserias En que me he sabido ver, Que con tanto padecer Y sufrir tanta aflición Malicio que he de tener Un callo en el corazón. Ansí andaba como guacho Cuando pasa el temporal. Supe una vez pa mi mal, De una milonga que había Y ya pa la pulpería Enderesé mi bagual. Era la casa del baile Un rancho de mala muerte Y se enlíenó de tal suerte Que andábamos a empujones: Nunca faltan encontrones Cuando el pobre se divierte. Yo tenía unas medias botas Con tamaños verdugones; Me pusieron los talones Con crestas como los gallos; ¡Si viera mis afliciones Pensando yo que eran callos! Con gato y con fandanguillo Había empezao el changango Y para ver el fandango Me colé haciendome bola Mas metió el diablo la cola Y todo se volvió pango. Había sido el guitarrero Un gaucho duro de boca. Yo tengo pacencia poca Pa aguantar cuando no debo: A ninguno me le atrevo Pero me halla el que me toca. A bailar un pericón Con una moza salí, Y cuando me vido allí Sin duda me conoció Y estas coplitas cantó Como por rairse de mí: Las mujeres son todas Como las mulas; Yo no digo que todas, Pero hay algunas Que a las aves que vuelan Les sacan plumas". Hay gauchos que presumen De tener damas; No digo que presumen, Pero se alaban, Y a lo mejor los dejan Tocando tablas". Se secretiaron las hembras Y yo ya me encocore, Volié la anca y le grité: Dejá de cantar... chicharra Y de un tajo a la guitarra Tuitas las cuerdas corté. Al punto salió de adentro Un gringo con un jusil; Pero nunca he sido vil, Poco el peligro me espanta: Ya me refalé la manta Y la eché sobre el candil. Gané en seguida la puerta Gritando: "Naides me ataje"; Y alborotao el hembraje Lo que todo quedó escuro, Empezó a verse en apuro Mesturao con el gauchaje. El primero que salió Fué el cantor y se me vino, Pero yo no pierdo el tino Aunque haiga tomao un trago, Y hay algunos por mi pago Que me tienen por ladino. No ha de haber achocao otro; Le salió cara la broma; A su amigo cuando toma Se le despeja el sentido, Y el pobrecito había sido Como carne de paloma. Para prestar sus socorros Las mujeres no son lerdas; Antes que la sangre pierda Lo arrimaron a unas pipas. Ay lo dejé con las tripas Como pa que hiciera cuerdas. Monté y me largué a los campos Más libre que el pensamiento, Como las nubes al viento, A vivir sin paradero; Que no tiene el que es matrero Nido, ni rancho, ni asiento. No hay fuerza contra el destino Que le ha señalao el cielo Y aunque no tenga consuelo Aguante el que está en trabajo: ¡Naides se rasca pa abajo Ni se lonjea contra el pelo! Con el gaucho desgraciao No hay uno que no se entone; La menor falta lo espone A andar con los avestruces: Faltan otros con más luces Y siempre hay quien los perdone. |
XII
Yo no sé que tantos meses Esta vida me duró; A veces nos obligó La miseria a comer potro: Me había acompañao con otros Tan desgraciaos como yo. Mas ¿para qué platicar Sobre esos males, canejo? Nace el gaucho y se hace viejo Sin que mejore su suerte, Hasta que por ay la muerte Sale a cobrarle el pellejo. Pero como no hay desgracia Que no acabe alguna vez, Me aconteció que después De sufrir tanto rigor Un amigo por favor Me compuso con el juez. Le alvertiré que en mi pago Ya no vá quedando un criollo: Se los ha tragao el hoyo O juido o muerto en la guerra, Porque, amigo, en esta tierra Nunca se acaba el embrollo. Colijo que jué por eso Que me llamó el Juez un día Y me dijo que quería Hacerme a su lao venir, Pa que dentrase a servir De soldao de polecía. Y me largó una ploclama Tratándomé de valiente, Que yo era un hombre decente, Y que dende aquel momento Me nombraba de sargento Pa que mandara la gente. Ansí estuve en la partida Pero ¡qué había de mandar! Anoche al irlo a tomar Vide güena coyontura Y a mí no me gusta andar Con la lata a la cintura. Ya conoce, pues, quien soy, Tenga confianza conmigo; Cruz le dió mano de amigo Y no lo ha de abandonar. Juntos podemos buscar Pa los dos un mesmo abrigo. Andaremos de matreros Si es preciso pa salvar; Nunca nos ha de faltar Ni un güen pingo para juir, Ni un pajal ande dormir, Ni un matanabre que ensartar. Y cuando sin trapo alguno Nos haiga el tiempo dejao Yo le pediré emprestao El cuero a cualquiera lobo Y hago un poncho, silo sobo, Mejor que poncho engomao. Para mí la cola es pecho Y el espinazo es cadera; Hago mi nido ande quiera Y de lo que encuentro como; Me echo tierra sobre el lomo Y me apeo en cualquier tranquera. Y dejo rodar la bola Que algún día se ha de parar Tiene el gaucho que aguantar Hasta que lo trague el hoyo O hasta que venga algún criollo En esta tierra a mandar. Lo miran al pobre gaucho Como carne de cogote; Lo tratan al estricote, Y si ansí las cosas andan Porque quieren los que mandan Aguantemos los azotes. ¡Pucha, si usté los oyera Como yo en una ocasión Tuita la conversación Que con otro tuvo el Juez! Le asiguro que esa vez Se me achicó el corazón. Hablaban de hacerse ricos Con campos en la frontera; De sacarla más ajuera Donde había campos baldidos Y llevar de los partidos Gente que la defendiera. Todos se güelven proyectos De colonias y carriles Y tirar la plata a miles En los gringos enganchaos, Mientras al pobre soldao Le pelan la chaucha, ¡ah, viles! Pero si siguen las cosas Como van hasta el presente Puede ser que redepente Veamos el campo desierto, Y blanquiando solamente Los güesos de los que han muerto. Hace mucho que sufrimos La suerte reculativa: Trabaja el gaucho y no arriba, Porque a lo mejor del caso Lo levantan de un sogazo Sin dejarle ni saliva. De los males que sufrimos Hablan mucho los puebleros, Pero hacen como los teros Para esconder sus niditos: En un lao pegan los gritos Y en otro tienen los güevos. Y se hacen los que no aciertan A dar con la coyontura; Mientras al gaucho lo apura Con rigor la autoridá, Ellos a la enfermedá Le están errando la cura. |
José Hernández
|
EL GAUCHO MARTÍN FIERRO
(primera parte) | |
XIII
MARTIN FIERRO
Ya veo que somos los dos Astilla del mesmo palo: Yo paso por gaucho malo Y usté anda del mesmo modo, Y yo, pa acabarlo todo A los Indios me refalo. Pido perdón a mi Dios, Que tantos bienes me hizo; Pero dende que es preciso Que viva entre los infieles, Yo seré cruel con los crueles: Ansí mi suerte lo quiso. Dios formó lindas las flores, Delicadas como son, Les dió toda perfeción Y cuanto él era capaz, Pero al hombre le dió más Cuando le dió el corazón. Le dió claridá a la luz, Juerza en su carrera al viento, Le dió vida y movimiento Dende la águila al gusano, Pero más le dió al cristiano Al darle el entendimiento. Y aunque a las aves les dio, Con otras cosas que inoro, Esos piquitos como oro Y un plumaje como tabla, Le dió al hombre más tesoro Al darle una lengua que habla. Y dende que dio a las fieras Esa juria tan inmensa, Que no hay poder que las venza Ni nada que las asombre ¿Qué menos le daría al hombre Que el valor pa su defensa? Pero tantos bienes juntos Al darle, malicio yo Que en sus adentros pensó Que el hombre los precisaba, Pues los bienes igualaba Con las penas que le dio. Y yo empujao por las mías Quiero salir de este infierno; Ya no soy pichón muy tierno Y sí manejar la lanza Y hasta los Indios no alcanza La facultá del gobierno. Yo sé que allá los caciques Amparan a los cristianos Y que los tratan de "hermanos" Cuando se van por su gusto. ¿A qué andar pasando sustos? Alcemos el poncho y vamos. En la cruzada hay peligros Pero ni aun esto me aterra; Yo ruedo sobre la tierra Arrastrao por mi destino Y si erramos el camino... No es el primero que lo erra. Si hemos de salvar o no De esto naides nos responde. Derecho ande el sol se esconde Tierra adentro hay que tirar; Algún día hemos de llegar... Después sabremos adónde. No hemos de perder el rumbo, Los dos somos güena yunta; El que es gaucho vá ande apunta, Aunque more ande se encuentra; Pa el lao en que el sol se dentra Dueblan los pastos la punta. De hambre no pereceremos, Pues según otros me han dicho En los campos se hallan bichos De lo que uno necesita... Gamas, matacos, mulitas, Avestruces y quirquinchos. Cuando se anda en el desierto Se come uno hasta las colas; Lo han cruzao mujeres solas Llegando al fin con salú, Y ha de ser gaucho el ñandú Que se escape de mis bolas. Tampoco a la sí le temo, Yo la aguanto muy contento, Busco agua olfatiando al viento, Y dende que no soy manco Ande hay duraznillo blanco Cavo y la saco al rnomento. Allá habrá siguridá Ya que aquí no la tenemos, Menos males pasaremos Y ha de haber grande alegría El día que nos descolguemos En alguna toldería. Fabricaremos un toldo, Como lo hacen tantos otros, Con unos cueros de potro, Que sea sala y sea cocina. ¡Tal vez no falte una china Que se apiade de nosotros! Allá no hay que trabajar, Vive uno como un señor; De cuando en cuando un malón, Y si de él sale con vida Lo pasa echao panza arriba Mirando dar güelta el sol. Y ya que a juerza de golpes La suerte nos dejó aflús Puede que allá veamos luz Y se acaben nuetras penas. Todas las tierras son güenas: Vámosnos, amigo Cruz. El que maneja las bolas, El que sabe echar un pial, Y sentársele a un bagual Sin miedo de que lo baje, Entre los mesmos salvajes No puede pasarlo mal. El amor como la guerra Lo hace el criollo con canciones; A más de eso en los malones Podemos aviamos de algo; En fin amigo, yo salgo De estas pelegrinaciones. En este punto el cantor Buscó un porrón pa consuelo, Echó un trago como un cielo, Dando fin a su argumento, Y de un golpe al instrumento Lo hizo astillas contra el suelo. "Ruempo", dijo, "la guitarra, Pa no volverme a tentar; Ninguno la ha de tocar, Por siguro tenganló; Pues naides ha de cantar Cuando este gaucho cantó". Y daré fin a mis coplas Con aire de relación; Nunca falta un preguntón Más curioso que mujer, Y tal vez quiera saber Cómo fue la conclusión. Cruz y Fierro de una estancia Una tropilla se arriaron; Por delante se la echaron Como criollos entendidos Y pronto sin ser sentidos, Por la frontera cruzaron. Y cuando la habían pasao, Una madrugada clara Le dijo Cruz que mirara Las últimas poblaciones; Y a Fierro dos lagrimones Le rodaron por la cara. Y siguiendo el fiel del rumbo Se entraron en el desierto. No sé si los habrán muerto En alguna correría, Pero espero que algún día Sabré de ellos algo cierto. Y ya con estas noticias Mi relación acabé; Por ser ciertas las conté, Todas las desgracias dichas: Es un telar de desdichas Cada gaucho que usté ve. Pero ponga su esperanza En el Dios que lo formó; Y aquí me despido yo, Que he relatao a mi modo MALES QUE CONOCEN TODOS PERO QUE NAIDES CONTÓ. | |
José Hernández
|