martes, 11 de octubre de 2016

Quintos. Fragmento para practicar

1. ¿A qué género y subgénero pertenece este fragmento? 
2. Describir en pocas palabras de qué trata. 
3. Arrojar una caracterización de cada personaje según lo que se trasluce del pasaje citado.



El médico a palos  de Moliére

Primer acto
Escena I (Pelean Martina y Bartolo)
BARTOLO, MARTINA
MARTINA. (Sale por el lado derecho del teatro). Haragán, ¿qué haces ahí sentado, fumando sin trabajar? ¿Sabes que tienes que acabar de partir esa leña y llevarla al lugar, y ya es cerca de mediodía?
BARTOLO. Anda, que si no es hoy será mañana.
MARTINA. Mira qué respuesta.
BARTOLO. Perdóname, mujer. Estoy cansado, y me senté un rato a fumar un cigarro.
MARTINA. ¡Dios mío, ¿por qué yo tengo que aguantar a un marido tan vago! Levántate y trabaja.
BARTOLO. Poco a poco, mujer; si acabo de sentarme.
MARTINA. Levántate.
BARTOLO. Ahora no quiero, dulce esposa.
MARTINA. ¡Sin vergüenza, eres sordo a las  obligaciones! ¡Pobre de mí!
BARTOLO. (Se escarba en el oído) ¡Ay, qué trabajo es tener mujer! Bien dice Séneca, que decía que la mejor es peor que un demonio.
MARTINA. ¡Miren qué hombre tan hábil, cita a filósofos antiguos tan grandes como Séneca!
BARTOLO. ¿Si soy hábil? A ver, a ver, búscame un leñador que sepa lo que yo sé,  o que haya servido seis años a un médico. Que haya estudiado latín… Alea iacta est, Pacta sunt servanda…
MARTINA. Ah, maldito, ¿por qué me casé contigo?
BARTOLO. ¡Maldito sea el juez que dijo esa pavada de “Acepta usted por esposa”!
MARTINA. Haragán, borracho.
BARTOLO. Tranquila, tranquila (con tono socarrón) .
MARTINA. Yo te haré cumplir con tu obligación.
BARTOLO. Mira, mujer, que me vas enfadando. (Se levanta desperezándose, toma un palo del suelo y vuelve)
MARTINA. ¡Ah, no te tengo miedo, bestia!
BARTOLO. Me estás provocando… te voy a pegar….
MARTINA. ¡Balde de vino!
BARTOLO.  Te voy a dejar la espaldita como una parrilla encendida...
MARTINA. ¡Infame, salvaje!
BARTOLO. Te voy a partir esa cabezota dura en dos o tres, ¿en cuántos trozos quieres el pastel?
MARTINA. ¿A mí? Bestia, ¿A mí?
BARTOLO. (la corre, salen de escena y se oyen golpes) Pues toma.
MARTINA. ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
BARTOLO. (Vuelve a escena y dice al público) Este es el único modo de hacerla callar... (Se escucha el llanto de ella.)
BARTOLO. Ah, no…. Ah, no, me parte el alma… No! Que no llore! Martinita, ven aquí! No tengas miedo, querida.
MARTINA. (Entra) ¿Después de haberme puesto así, me llamas?
BARTOLO. Vamos, si fue sólo un llamado de atención…Si eso no ha sido nada…
MARTINA. No quiero.
BARTOLO. Vamos, hijita.
MARTINA. No quiero, no.
BARTOLO. ¡Malditas mis manos!, ven aquí…esposa mía... Ven, dame un abrazo. (Tira el palo a un lado y la abraza. La sostiene abrazada, ella en un plano inferior y como debajo de su axila)
MARTINA. ¡Qué divertido será cuando revientes!
BARTOLO. ¿Cómo dices?
MARTINA.  ¡Qué bonito es que me quieras siempre!
BARTOLO. Si se muere por mí la pobrecita... Entre dos que se quieren, diez o doce palazos no son nada... (La suelta) Bueno, ahora sí, me voy a llevar esa leña… Y ya que nos queremos tanto, te traeré una peineta elegante de la feria, para que peines esas crenchas que tienes ahí.
MARTINA. Sí, claro, querido (Aparte), ¡Ya verás cómo me las pagas, maldito! La mujer siempre tiene en su mano el modo de vengarse de su marido; ya se me ocurrirá un castigo jugoso!!!!!